viernes, 30 de septiembre de 2011

Ella hundida sobre el cobre
es oxido de sol a la deriva.
Cruza mi pie de taco altísimo.
Pienso, está muerta sobre este dos cuartos
de amanecer
justo en medio de este cementerio
vecino a la Isla de mineral
a tajo abierto.

No hay nadie más que yo respirando
y la muerta de cobre
Una flor de plástico sobre una cruz
agita sus aspas de molino absurdo
una fecha improbable casi borrada.
Aparece un ángel deshabitado
que me dice: Cierra los ojos
y vuelve mil veces para volver a perderte