jueves, 15 de septiembre de 2011

Salgo de mis ojos, siempre salgo de ellos para hundirme en la esquina más espesa del bosque.
Salgo para hablarme y escucho de mi voz el tono cambiante del tiempo.
Me voy sin escalas de las pupilas hacia la corte de la luna a un sueño prohibido desde este sueño permitido.
Salgo de estos dos abismos gastados para encontrarme con el águila y la hiena
Para dibujar mi rostro en otro espejo
Por el gusto de pasear sin bozal como si fuera domingo, la idea loca de suicidarme en defensa propia.