miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA NIÑA DE LA VENTANA



Mamá estás ahí?
He visto tras los cristales el asfalto extenderse más allá de estos marcos.
Jamás me he desprendido de esta ventana, Existe desde cuando enclinada, apegué la nariz en el vidrio y comencé año tras año a contemplar los paraguas de invierno pasar bajo la lluvia,las flores del jacarandá arrastradas por el viento, el polvo que levantaba la escoba de mi vecina cada mañana, los helados de frutilla, el camión recolector de basura deglutiéndo sonoramente un atado de bolsas.
Aprendí tras esa mampara de diez vidrios por hoja, simplemente, ver la vida existir.

Y me pregunto, estará mamá en la cocina?
Intento abrir la puerta de calle. He visto vehículos que se dirigen hacia la derecha, al norte. El deseo de fugarme en sus tapabarros me asalta hoy más que antes.

Espero que esté en la cocina, lo deseo intensamente. Mi mano tiene esencia de pájaro migratorio , es fuerte, pequeña, decidida. Ansiosa de campos extensos abre jaulas a mis ojos. Viajo cuando una puerta se abre. Vuelo libre.
Descorro el pestillo, lentamente. Retengo la respiración, como antes, como siempre. Lo humano me ahoga.

Estabas muchas veces en la cocina, te presentía, te veía mientras yo, no soportaba la quietud de las paredes con sus fantasmas atizbando desde las alturas, los canarios enjaulados, las macetas con las mismas flores año tras año, el color verde del pasillo de cada día, el aire y el cielo abierto llamando a gritos y esta soledad, amante sempiterna que se fué pegado a mis huesos cada vez más, exprimiendo. Ella también me amaba y me enseñaba a oír sus nanas.

Tampoco hoy puedo quedarme a tu vera, bajo tu alero de sombra. Si lo sentía antes, ahora más. Nunca eché raíces, quizás por eso deseo desde hace mucho, morir bajo un árbol.

Sé que no debería salir una vez más a hurtadillas, pero diablos madre!.

Los ojos se inundan, abro la puerta muy despacio para que las bisagras no crujan. Una niña me observa desde las sombras. lo siento tanto le digo en silencio. La abrazo como en sueños. Dos lágrimas pretéritas emergen de sus ojos. Seco su cara. Le digo en voz baja, ya es tarde y mamá está en la cocina, ve con ella, revisa sus bolsillos, abrázala fuerte.

Pascale

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