miércoles, 20 de febrero de 2013


Una vez más  se me quebró la piel,

 mañana el sol empujará mi sobra,

ellos

pensarán que sigo,

yo misma llegaré a creerlo hasta que vuelva,

y me siente a pensar, a tejer esas cosas curiosas,

tristes,

que hilaba antes de caer,

como que vivía en la cuidad de los rincones

y  para dormir  contaba hormigas que salían de las tablas,

y una flor, de cerca, así,  naciendo,

abriéndose lentamente como la muerte.


Asuntos cadavéricos,

como que amé con locura tu pecho,

 pero no entero, nunca entero, sino una parte,

aquella que sabía mi canción.

Tu labio inferior que me albergaba del frío,

o tu pupila,  de serpiente erguida ida.


En este punto, como  hacen los nidos,

enlazaré mis manos, me diré arrullada,

que ningún lugar posee todo,

que  hasta mi cuerpo es una larga secuencia de partes,

algunas aman,

                 otras,              alejan

pero infinitamente todas en coro, sufren,

porque la tristeza es como una  mancha de nacimiento que permanece,

 se superpone,

                       contamina calles

                                                  la tierra que has pisado

                                       este lugar estúpido
                   
                                       donde ya no estás.