domingo, 20 de abril de 2014

LUNES

Hoy es lunes y nada sana,
ni la puerta incesante, ni el sentido errático que adoptan las cosas
cuando parecen descubrir que uno las mira.
Sobre la cubierta de madera,la vasija antigua de cobre golpeado,
atardeceres y colores.
No hay fotografías sonriendo en máscaras mudas,
inválidas,
detesto que el polvo las cubra,
como odio mis ulceras abiertas, la sangre abierta, la boca abierta,
los oídos abiertos y el corazón tibio
                                                  dentro de una piel sellada.
Odio las llaves que aprisionan el derecho a la libertad,
mis mucosas húmedas, la boca húmeda,
ser tan húmeda aún en medio de tanta sequedad.
 ¿Te das cuenta cómo este último tiempo odio tantas cosas?

Sin embargo tú sigues escribiendo de perros, nubes,
de la alquimia en el sonido de la cerradura mientras ésta gira
                                                                              y gira,
                                                    igual un martes,
                                   un jueves,
 un domingo en la mañana
y la alcantarilla se llena, rebalsa, y voy en un botecito de papel navegando,
saludando a toda persona gentil que me mira.

Alguna vez creí,
alguna vez quise ser liviana, trasparente,
un camino,
un estado casi inédito,
                                    ¡Fui tan bella!.

Y llegaron palas, cuchillos, tijeras,
cavar y cavar,
herrumbrar y herrumbrar,
el oxido trepo calles, desvencijo la ropa, enmohecieron pisadas,
ventanas, las sábanas,
el recurso literario de mi agenda,
fechas importantes, nombres importantes,
lo que he amado,
mi propio nombre que de tanto usarlo y llamarme,
y ser llamada, y escribirlo,
y deletrearlo
terminó gastado en un rincón
donde terminan los sonidos.

Fue utopía sanar bajo la prolongada exposición al sol,
a través de pomadas, mantras, conjuros y la pata de conejo.

Hoy no es lunes, ni domingo,
es un instante reflejado en un accidente de cobre,
una circunstancia, un detalle, como somos todos
a la hora de conocernos,
y destruirnos.