jueves, 11 de junio de 2015

Algo se va cuando la voz interna avisa que se debe avanzar y la luz del semáforo está en rojo, algo que se lleva hundido entre las costillas y el pecho; en ocaciones, entre la gente, los niños, los gatos,
los pájaros zorzales que traen el verde a los pulmónes gastados.

Algo se pierde en este ir y venir errático que poseen los mapas, en la sombra larga que viste un cuerpo con risas y demonios y la incongruencia entre lógica y práctica.

Algo se junta  cuando un poco más a la izquierda del centro nos estrellamos con la calcificación de un nombre.

Algo huye cuando decidimos levantarnos de la silla y dejar de esculpir  palabras que se pierden o patean.

Algo se mezcla en la lucha de los pueblos, en la calle, con el hecho de que a esta hora hay un hombre  agonizando en algún lugar.

Tanto en el pan a prisa, amasado de madrugada que se ofrece donde  esperamos algo indefinido entre la multitud.