martes, 14 de septiembre de 2010

ANTECEDENTES


Confieso que llorado sustantivos cuando he querido cantar. También he desvestido verbos conjugados y al mismísimo demonio he conjurado, en dos oraciones. He hecho llorar por querer y sin querer a quienes más he querido. Muchas veces curo heridas ajenas por el placer de sanar
y no pocas, abro mis propias venas para disfrutar.
Amo, sí, amo, el dolor del caos -el mío- que punza en mi centro y me disloca convocando vacíos los cuales ligo y estiro, añado levadura harina de trigo y horneo lento los escarbo, acaricio y escribo, muchas veces sin parar otras tantas por castigo. En sus gavetas guardo lloros de este intenso e inexplicable sentir, vehemente drama de mi pluma corta.
Amo por impronta una vida que no entiendo y he amado por pimienta a hombres que no son míos

Entre mi brazo y mi abrazo y las blondas de la almohada oigo el placer infernal del sonido de las mitocondrias cuando se acuerdan de mi, es entonces que percibo, que, aunque sea en mi pecho, algo late por mi.
Pago culpas por mis huesos creo, desde que nací, la primera es respirar, la segunda desafiar , la tercera, la tercera, desear. Desear todo lo que sé me hará sufrir. Llevo con elegancia, la seña inseñalada de los que han de morir con paz guerreando en sus zapatos y espero la muerte como principio, para volver a estar.

A mi mano derecha le falla la puntuación, a la izquierda le seducen las comas. Como toda dama que se precie de tal, sobre los puntos, me detengo y respiro y maliciosamente sonrío, al comienzo de los suspensivos.