jueves, 15 de septiembre de 2011

El problema no es el amorsh
ni fue él estado cuando yo estaba
No fueron sus ojos ni los míos
ni que las mesas hayan tenido cuatro patas
Ni el no menor detalle,
de la puerta abriendo hacia adentro.
Si acaso rechinaron las bisagras o no.
Tampoco tuvo tango la música
un Calamaro ausente y un Sabina presente.
Lo que ocurrió esa noche no fue porque en Zúrich
aterrizó un avión al tiempo que yo
despegaba de mi silla