martes, 20 de septiembre de 2011

SOBRE RUEDAS


García de pronto tenía la vida enredada en su pelo . Por su incipiente calvicie apareció mi calle, luego la cuadra, los vecinos el barrio entero y hasta llegó el sol de domingo goteando helado de chocolate. Su pelo aplastado desnudaba zanjas profundas y paralelas como suma de contador, donde todo el mundo se había dado cita, para rematar en un tobogán de curvas graciosas al llegar a la oreja.
García no me hablaba ni yo a él, no era necesario, ni tampoco yo quería. Su pelo negro y vetusto era ya un asombroso planeta donde algunos pasajes de mi infancia habían decidido aterrizar y me hacían guiños risibles.
García -Me dije en silencio y encantada- posee el Ying y el Yang entre su pelo.