viernes, 30 de septiembre de 2011

Ya nada se ensucia en la cocina
están demás los muros a las seis de la mañana
el calor de la taza
la puerta
el espejo del baño
Ya no pasan los pájaros
de la sombra a la ampolleta
Ni duele la torre de la espalda
ni los arcángeles huesos
a las ancianas baldosas quebradas
La mesa se ha ido de improviso
llevándose la mano de los niños
junto al tren y la guitarra
Ya nada se rompe, ni se salva
Nada abre el llanto
Nadie siembra miel en la garganta
y nada, llena los pezones
Cuando canta el eco entre las manos
ya no llegan más, las navidades