martes, 8 de noviembre de 2011

DESVELANDO LOS DESVELOS

Tengo el desorden de un gato engrifado.
Como si la noche, que nunca llegó,
hubiese destripado el cielo
repartido por el piso
las estrellas, las leyes físicas.
Sobre la lengua se desarman espacios
se disuelven percepciones.
Puede,
que el sabor diferente de este desayuno,
esté entre los pilares de la mañana.
No sé,
digo que puede ser algo como el sol,
el temblor que sacudió la tierra,
o la mala costumbre, de inventar excusas
como la noche inexistente,
que apenas sirvió para bostezar.
Lo cierto es,
que las ventanas amanecieron en los vidrios,
y afuera
estaban mis muertos menos muertos,
los pájaros
esperando el alimento de la tierra,
tanto yo,
con tanto tú
con los demás
y conmigo misma,
sumando otra mañana,
con la palabra amanecer perdida