miércoles, 6 de marzo de 2013

Háblame de planos y de amores,
de calles que pierden nombre cuando doblan las esquinas,
dime que es posible andar, llegar,
                                cruzar, ceñirse,
                                quedar,
ampliar el silencio hasta enseñarle hablar.
Cuéntame de mí cuando era puerto y me veías,
de la arena que nunca tuvimos,
de mis caderas amplias,
del por qué estoy prisionera y a la vez liberada,
tu tan opio en mi lectura cuando amanece un nuevo día,
tanto brillo en tu pelo,
tanto desconcierto en mis entrañas,
tu que ayer no eras más que un tú que caminaba
y escribía libretos para pájaros mientras yo
llevaba el arte del cine mudo
                    ensimismado en la sombra.
Conmutas como la tierra, la letra,
poema corto, en blanco y negro,
ese que leías mientras yo bebía café claro en tu mirada
y pensaba: es imposible quedarse, irse, desencadenarse.
Soy dictadora incompetente, un glacial,
una rebelión de puertas e historias a medio terminar,
quizás lo único que he aprendido en esta vida
es a retener el ocre silencio de extrañar.