miércoles, 31 de julio de 2013

Soy demasiado triste,
por eso escribo
mientras
sueño con apartarte de este otoño,
mirar el parque,
        ver un parque,
sentir frío
        que no te pertenezca.
Comentarle a la vecina
la importancia de no dejar la ropa resecando en el cordel.
Estoy demasiado gris en borde de la boca,
cruzada entre dos tumbas de mármol,
no aprendí a mover las caderas,
alzar las tetas,
a mojar la lengua en mis desiertos,
en otras palabras,
soy demasiado triste para ser puta,
solo sé arrancar astillas de puertas viejas,
de la capacidad de parecer domingo,
editar absurdos,
masajear la espalda al dolor de tu sombra,
dejar voluptuosas hojas insoportablemente muertas,
debajo de tu almohada.