miércoles, 31 de julio de 2013

Cuando te vas sin irte,
cuando preguntas por la muerte, por la mía,
lenta,
inagotable como los tranvías,
estás ahí y acá,
dentro y afuera
hormiga o ángel,
esperando en la esquina del extranjero
o al otro extremo de la mesa,
al borde de mi ausencia y reojos,
en la boletería de mis viajes sin fondo,
esperando
que la frente vuelva,
encaje en esta imperfección de siglos,
crees en

pequeña
presencia,
en el retorno de mi pelo y mis insectos,
en las trenzas cortadas,
en espirales,
estás al lado,
en el espejo,
esperando cerrar mis párpados,
seguro,
los cerrarás
porque más nadie quiero que venga
con manos limpias,
blancas
ciertas,
tan tuyas.