domingo, 20 de abril de 2014

DIALOGO

Te hablo de Rugama, del añejo taller,
de las reiteraciones magistrales de Rugama,
del frío que sube por los huesos,
del remojo necesario que aún requieren los porotos.

Hablas de la belleza en el tintineo de algunas palabras.
Me gusta "subyugada" te dije alguna vez,
también éxtasis,
las palabras con exis subyugan.

Hablamos de la espera como arma de vida,
en paraderos, en la ventana,
en la universidad, sobre una rama,
el "attendre".
Yo espero, tu esperas, el espera, todos esperamos,
y el día >>>>>>>>>>>>> pasa,

y llega la hora del pan tostado y el café con leche,
y seguimos esperando en desnudez,
con los dientes apretados, mientras dormimos,
mientras respiramos,
y a la mañana: Buenos días...alguien ha fallecido
y nos quedamos pensando,
regamos plantas y miramos a lo lejos,
nos miramos,
el pescado está bueno,
lavo,
pregunto por tus remedios,
sonrío con el vocabulario que me queda,
construyo planetas, los derramo, llega el viento,
                                                    se van.

Y pienso en las reiteraciones magistrales de Rugama,
                                  (tan joven, tan intraicionable)
             y vuelvo:
                           " y me decía
                                       y me decía
                                               y me decía"
Y leo y te releo mientras tu vuelves y sales
y la puerta, y el viento, y el mar oliendo a mar
y la máquina que suena y suena, bolitas en el suelo,
un paraguas que se quedó en patio sin pedir auxilio
y se fue haciendo viejo y descolorido,
y la raíz,
el Che,
y aquellos anteojos marcha a bajo, marcha arriba,
y Rugama esperándonos en todos lados con reiteraciones bajo el brazo
y su frente cruzada,
                               sin terminar.