jueves, 23 de junio de 2011

MI PROFESORA


Lo que me gustaba era que mantenia a la bestia sosegada. Con sus experiencias me encandilaba, no usaba palabras desmedidas ni cargadas de erotismo o talvez si lo tenia, pero conllevaban singular maestría.
En aquel tiempo yo siempre andaba ansioso por conversar, extrapolar mis fantasias en vivencias ajenas era casi mi obsesión y ella, gentilmente me complacía como si fuera una profesora, explicando el logarismo sexual, haciéndome saber cuál es el exponente erotico al cuál hay que elevar la base viril, para obtener el resultado.
En la mayoria de las funciones matemáticas, la incognita es el resultado, en este logaritmo, la incógnita estaba en saber cómo llegar al resultado.
Era una buena maestra y a pesar de mi insistencia ( prudencial obviamente) nunca logré acceder a una clase práctica con ella. No sé exactamente que ocurrió, pero como pasa en muchas ocaciones, nos dejamos de hablar y perdí su rastro durante largo tiempo hasta que un día, también sin explicación, nos volvimos a contactar e intenté volver a esos temas que aún me daban vuelta esperanzado en que la bestia por fin hubiera ganado y le diera nuevas luces a esas historias incluyéndome en las prácticas. Es así como esa tarde, ansioso la esperé en la esquina de siempre, cuando la ví quedé helado, lo único que recuerdo es una voz salida de algun remoto lugar de mi cabeza que en perfecto español antiguo me decía "Con la Iglesia hemos topado Sancho" mientras ella me sonreía bajo un burlón hábito negro.