Hay una tarde tirada en el pasillo,
una tarde, una de tantas,
acribillada.
En tardes como esta,
tardes sin prisas o deseos de venganza,
los ojos libres saltan sobre el lomo de un perro,
se cuentan historias que van a mecer
en el blanco vaivén de las palabras.
No, no piensa la pena que tiene tristeza,
no piensa la herida en la vileza del arma.
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