viernes, 15 de marzo de 2013

Ay sol de mi sol,
como lastima el agua de mi sed,
la parte a través,
la mielísima tarde que vive.

 Ay del fuego artificial,
de los asesinos
del caballo blanco que siempre espera,
de la remota playa, aquella,
a la que nunca llegamos.

 Ay del aire,
de la resilencia,
de la madera que siente caminar,
fumar,
deliberar rincones,
desarmar la cama,
beber café y volver a caer.

 Ay de esa soledad tan a solas,
rosada, hueca, amarilla,
desfigurada en el patio de mi pelo.

  Ay de tanta hora, de a poco, a media noche,
 a cada rato, de ayer, ayer, y de hoy,
en deuda,
por haber nacido equivocada.