miércoles, 3 de abril de 2013

Esta mala costumbre de tener ojos
mirar los detalles aterciopelados
el cristal oculto en el timbre de la voz,
optar por altibajos de viento en relación directa,
escuchar lo indebido.
¿Oyes esos brazos abiertos como te destrozan?
¿cómo siguen  machacando en tu oído?
pero no, no crees, niegas la fase correcta,
luego viene la aceptación, el arrepentimiento,
el duelo,
y aquí me detengo
porque es un trance que conozco
desde la raíz de su nombre,
el proceso,
la trasformación y su curso,
embriones que siempre han de nacer
para gritar en el pabellón de la oreja,
pender como un aro
abriendo lentamente el cuello
hasta el  origen de la incisión.