miércoles, 31 de julio de 2013

Me cae esta tarde como iglesia sobre los hombros
me pierde en la boca de la asfixia
los argumentos blancos están para gritar flores.
Podría escribir trenes,
metales pesados,
ácidos,
las glándulas de una víbora.
Esta tarde se viene mudez,
temperatura,
océano de mares.
Tengo un museo de cosas que no olvido
pero no recuerdo,
un castigo de tiempo y azufre
águilas muertas en un mantel,
dos ojos,
certidumbre de pérdidas,
perdidas certidumbres en algún ojal,
una bodega indeleble con una arruga de sombra,
imperecederos.
Tengo mi habitat plagado de asuntos desordenados
cajones y caminos
arañas y plagas
tardes deformadas por otras tardes más nuevas,
dobladas en escritos ilegibles como mi letra,
mi boca,
esta frente latente con latidos  matemáticamente arritmicos
que saben mi nombre,
que palpita el único sentido lógico que puedo desenredar.
Esta tarde cae como cae la basura en los vertederos
un papel,
se estrella lentamente en la lentitud en comunión con la lluvia
yo sobre el puente
desnuda
sin paraguas
contra el frío y el horror