miércoles, 12 de febrero de 2014

En algún instante
habías entrado al retroceso de la pérdida,
en el ejercicio de andar y llegar o mejor dicho
en la llegada donde bajan las horas y comienzan los jardines
poco a poco se llenaron los balcones
el transito de las calles
la boca abierta de las macetas que habían permanecido mudas
y me volví tan delgada y concedida que podía sentir mi tronco crujir
cuando algo pasaba por mi lado.

Hay lágrimas arrugadas en todos lo libros que abro
un ángel enlutado que vive en su interior mi visita
escribe para mí
homilías
creencias y costumbres
no habla de amor
nadie habla de amor cuando llega la nausea desde el fondo del hígado
cuando la luz se avinagra
después del amor.