domingo, 15 de junio de 2014

Nadie sabe blasfemar como yo cuando me alcanza
y hunde en mis costillas la barbarie.

Nadie posee como yo los senos rotos
la casa herida.

Nadie sabe que los ojos corren tres años antes de estallar
ni del grito enterrado en la tumba de mis dientes.

Nadie responde como fue que se mató
tan lentamente Dios.