domingo, 25 de mayo de 2014

Debiera salir a buscar lo perdido,
lo poco que aún no ha muerto.
Por alguna parte deben estar los refugiados,
escondidos,
para que el tiempo no descubra en el recuerdo
las alas rotas,
en algún lado debe estar la solapa,
el perfume,
la grieta oculta de la luna que siento abrirse por las noches
sobre la densidad de los cuerpos,
sobre el hundimiento donde voy dejando caer el mío
a la sombra del árbol cortado,
desprendida como un manzana al final de la tarde,
con el alma extendida
abierta entre el cielo y el infierno.
Tendría entonces que salir, correr y buscar,
cavar más adentro,
pasar como un camello por el ojo de la aguja hasta llegar al sol,
o a marte,
gritar como jamás nadie podría gritar sobre la tierra
la maravilla de la luz
que encierra el acto de su propio nombre,
llamarlo en pie de guerra, desde todos los rincones,
convocar a las semillas, al picaflor, ponerle oídos a los retratos,
ordenar:
               Levántate!!
             
               Renáceme!!!!

           Te pido perdón.