sábado, 28 de noviembre de 2009

AZUL DE CESENA


Desde la cumbre donde vivía, ella divisaba la ciudad. El vivía ahí, en alguna de sus callejuelas cortas, tal vez en la misma avenida principal tras uno de los tantos balcones donde pendían rojos geranios. Tenía la certeza que así era, sublime verdad revelada en sueños y sus sueños jamás le mentían.
Cada día, al terminar la jornada se sentaba tras la ventana, hermosa, como sólo ella sabía ponerse, esperaba entonces verle ascender.
Podía verse desde lo alto la entrada del estrecho camino que accedía a la montaña hasta la mitad, luego éste, se perdía por un rato tras la copa de añosos pinos y no volvía aparecer hasta que topaba con el cielo, en el horizonte que daba justo frente a sus ojos.

Apuesto, espigado, con un abrigo negro abierto por el viento de la tarde, le veía detenerse al final del sendero, se quedaba así, mirándola desde lejos en actitud de quien espera de la vida todo sin atreverse a pedir nada, envuelto en el arcano de la lejanía proximal que envuelve a las almas cuando más allá del espacio y del tiempo se unen. Desde ese lugar contemplaba la casa, su entorno, aguardando bajo el cielo de la tarde, sojuzgado por el misterio que lo anclaba a esa mujer.
Emergiendo de las profundidades que la lógica instaura, ella avanzaba simbióticamente hacia él despacio, con el corazón en la mano y dos ojos imantados El, esperaba detenido en el tiempo, con el corazón en la mano.
Otras veces, presurosos subían los senderos raudos pasos custodiados por sendas alas negras, paridas a fuerza de ansias desde las costuras del negro abrigo que cortaban tiempo, y el sempiterno silencio de margaritas que deshojaba su boca. Avanzaba inventando lenguajes ignotos con los cuales seducir la caracola fina del pabellón, verbos y caricias que aprehender a esa cabellera de trigal en verano, en esa piel dorada de mujer escondida. Ella percibía en los poros el susurro del tono, la hierba bajo aquellos pasos urgentes. Entonces, gacela tímida, salía al camino palpitante para quedar irremediablemente detenida, cautivada ante aquella silueta que por fin llegaba hasta ella Y así, cada tarde, de mil formas, mutuamente se encontraban

Pascale

6 comentarios:

Blogger ROSARIO GONZÁLEZ VERA ha dicho...

Te seguiré si tú me sigues, después de todo, cada vez que caminamos, o nos sentamos juntas, algo bueno nos sucede. Yo le hecho la culpa a Sabina... "hay caprichos de amor que una dama no debe tener"
Pincha en mi blog donde dice SEGUIR y sigue las intrucciones.

29 de noviembre de 2009, 17:45  
Blogger PLUSKUAMPERFECTA ha dicho...

Ya lo hice. Bueno, lástima que la noche fuera un poco mayor para una estrella . Sin embargo, sé que tiene sus primaveras y más cerca los viernes. Imagino que no se perderá los frutos que trae este viernes.
No le eche la culpa a nadie Sabina se refiere a una "dama" recuerde que Ud misma renunció a ese título tan poco poético, cambiándolo por otro que si hace más justicia.
Por lo demás todo/as estuvimos de acuerdo heeeeeee!!!! Y lo de "caprichos" Vayaaaaaaaaaaaaaaa jjajjaja...Cuekkkkkkkk, al respecto mejor nos quedamos mutis wuachis. Ñam ..Asúma, asúma. TQM

30 de noviembre de 2009, 0:44  
Blogger ROSARIO GONZÁLEZ VERA ha dicho...

Los viernes me huelen a primavera nueva... también alguien me dejó un aroma que ahora persigo como perra en celo por las calles. Lea en mi blog mi poema EXALTACIÓN, trata de alguien que usted me presentó una noche en que cantaba Sabina.

TQM

30 de noviembre de 2009, 8:40  
Blogger PLUSKUAMPERFECTA ha dicho...

Agua que no has de beber ...dice la canción ...

2 de diciembre de 2009, 3:22  
Blogger ROSARIO GONZÁLEZ VERA ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

2 de diciembre de 2009, 8:34  
Blogger ROSARIO GONZÁLEZ VERA ha dicho...

Lo bebido y lo bailado...

2 de diciembre de 2009, 14:23  

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