viernes, 5 de abril de 2013

Releo versos de un libro viejo,
saben a polvo martillado
sobre el subterráneo papel.
Reconozco palabras, hechos,
gotas de otros inviernos.

Todos los tiempos traen estaciones,
trenes,
subidas y bajadas,
encuentros pendientes,
primaveras  abruptas, implacables,
veranos pasados en alguna casa conocida,
mar
dando vueltas por todos los rincones.

Huelo el sombrero agitado del corazón
el rostro pálido de alguna enamorada,
rozo el relieve
la letra impregnada aún late,
entonces me digo con una leve sonrisa de esperanza,
la muerte es sabia,
hay asuntos que no cambian, no deben.