sábado, 22 de septiembre de 2012

No imaginas
desde cuando mis ojos están ausentes,
                y tú...
                         dices caer.

Si lo haces,
desciendes hacia arriba 
como se extiende el camino hacia los ángeles,
como la senda seguida
por todos  aquellos que subieron
mientras maldecían su suerte,
pero supieron amar.

Si caes,
caerás hacia las nubes con la boca completa,
con un bendito recuerdo que rebalsa el reloj,
por el descaro de llevar un águila
dentro del paracaídas.

Si caes,
desde el cielo verás
donde habita la mudez extrema del alma;
tropa cándida hilvanando sueños
carentes de entrañas que asirse  a la piel.

Dices caer... pero te vas contra el sol.
A este ras de piso, Dios,
parce haber petrificado  las alas
de toda piedra
que intenta volar.