viernes, 18 de marzo de 2011

VESTIGIOS DE UN ABRIGO NEGRO


Viene
la acuna
entre sus manos blancas.
El recelo tras vitrales
acusa recibo.
Esa mujer
mira
desde siglos
con inconclusa confianza,
precaria
desde la punta
de un alfiler.

Así
con todo
a pesar de todo
el se le queda
Alimenta
a la pobre
a la reseca
él, ama los sueños
gusta de volar y creer

Se acomoda
bajo la costilla izquierda
persiste
y observa
esperando una palabra
con letra de caricia
nada habla
nada dice
porque los sordos
son una tapia
y
a ese cuadro de Chagall
las alas
no le calzan

Vislumbra que
se triza el sol.
Se va apagando
retorna de la sombra.
cada vez más helado
Descubre
lo que ella sabe
de verdad
y esa tarde
comienza
a helarse
a helarse
a helarse de verdad
hasta reventar
el bolsillo