domingo, 26 de junio de 2011
sábado, 25 de junio de 2011
jueves, 23 de junio de 2011
LAS CONDENADAS
A estas mujeres, que no eligieron
ser
ni estar
les parieron por los ojos los luceros
les parieron por los ojos los luceros
se les volvió la piel
como la cáscara fina de la cebolla
se les pusieron los brazos de teja ancha
Son las que escarban el mundo
en busca del sol
y describen la noche por mar y al mar
lo planchan, lo escriben, lo ahogan
y de tanto trasformar, se pierden.
A las cinco les navegan
los poemas en la falda
Beben la lluvia de las ventanas
y enredan el viento en dos alas
Cuando lloran se desangran
y cuando aman, ¡ah... cuando aman!....
todas se mueren de amor, atrapadas
MI PROFESORA
Lo que me gustaba era que mantenia a la bestia sosegada. Con sus experiencias me encandilaba, no usaba palabras desmedidas ni cargadas de erotismo o talvez si lo tenia, pero conllevaban singular maestría.
En aquel tiempo yo siempre andaba ansioso por conversar, extrapolar mis fantasias en vivencias ajenas era casi mi obsesión y ella, gentilmente me complacía como si fuera una profesora, explicando el logarismo sexual, haciéndome saber cuál es el exponente erotico al cuál hay que elevar la base viril, para obtener el resultado.
En la mayoria de las funciones matemáticas, la incognita es el resultado, en este logaritmo, la incógnita estaba en saber cómo llegar al resultado.
Era una buena maestra y a pesar de mi insistencia ( prudencial obviamente) nunca logré acceder a una clase práctica con ella. No sé exactamente que ocurrió, pero como pasa en muchas ocaciones, nos dejamos de hablar y perdí su rastro durante largo tiempo hasta que un día, también sin explicación, nos volvimos a contactar e intenté volver a esos temas que aún me daban vuelta esperanzado en que la bestia por fin hubiera ganado y le diera nuevas luces a esas historias incluyéndome en las prácticas. Es así como esa tarde, ansioso la esperé en la esquina de siempre, cuando la ví quedé helado, lo único que recuerdo es una voz salida de algun remoto lugar de mi cabeza que en perfecto español antiguo me decía "Con la Iglesia hemos topado Sancho" mientras ella me sonreía bajo un burlón hábito negro.