domingo, 29 de noviembre de 2009

DERROTEROS



Desnudar una lágrima
con el fino tiempo que guarda  el ojo
abrir  puertas
con la llave de la neurona
hacer pan de los inviernos crudos
Tantas ideas que sueño
cuando  me estoy soñando 





sábado, 28 de noviembre de 2009

AZUL DE CESENA


Desde la cumbre donde vivía, ella divisaba la ciudad. El vivía ahí, en alguna de sus callejuelas cortas, tal vez en la misma avenida principal tras uno de los tantos balcones donde pendían rojos geranios. Tenía la certeza que así era, sublime verdad revelada en sueños y sus sueños jamás le mentían.
Cada día, al terminar la jornada se sentaba tras la ventana, hermosa, como sólo ella sabía ponerse, esperaba entonces verle ascender.
Podía verse desde lo alto la entrada del estrecho camino que accedía a la montaña hasta la mitad, luego éste, se perdía por un rato tras la copa de añosos pinos y no volvía aparecer hasta que topaba con el cielo, en el horizonte que daba justo frente a sus ojos.

Apuesto, espigado, con un abrigo negro abierto por el viento de la tarde, le veía detenerse al final del sendero, se quedaba así, mirándola desde lejos en actitud de quien espera de la vida todo sin atreverse a pedir nada, envuelto en el arcano de la lejanía proximal que envuelve a las almas cuando más allá del espacio y del tiempo se unen. Desde ese lugar contemplaba la casa, su entorno, aguardando bajo el cielo de la tarde, sojuzgado por el misterio que lo anclaba a esa mujer.
Emergiendo de las profundidades que la lógica instaura, ella avanzaba simbióticamente hacia él despacio, con el corazón en la mano y dos ojos imantados El, esperaba detenido en el tiempo, con el corazón en la mano.
Otras veces, presurosos subían los senderos raudos pasos custodiados por sendas alas negras, paridas a fuerza de ansias desde las costuras del negro abrigo que cortaban tiempo, y el sempiterno silencio de margaritas que deshojaba su boca. Avanzaba inventando lenguajes ignotos con los cuales seducir la caracola fina del pabellón, verbos y caricias que aprehender a esa cabellera de trigal en verano, en esa piel dorada de mujer escondida. Ella percibía en los poros el susurro del tono, la hierba bajo aquellos pasos urgentes. Entonces, gacela tímida, salía al camino palpitante para quedar irremediablemente detenida, cautivada ante aquella silueta que por fin llegaba hasta ella Y así, cada tarde, de mil formas, mutuamente se encontraban

Pascale

De: AROMAS DE UTOPIA ( en formación)


EL:
Me besas con los ojos cerrados, pero los abres, tratando así de neutralizar los míos, controlarlos. Averiguar si yo curioseo los tuyos.
Los míos están cerrados.
Bajan tus párpados y vuelves a disfrutar.
Los abres de nuevo. Yo, los abro.
Ambas miradas coinciden, tratan de perseguirse y controlarse. Se detiene el tiempo, la memoria, se detiene la vida, porque nos tenemos, porque me miras, porque posees todo.

ELLA:
Cada minuto eres tú. Te beso con los ojos cerrados, los abro sólo para saberte. Mi boca en la tuya y afuera, afuera el mundo ha dejado de existir.
Los astros en el cielo se conjugan y yo cierro los ojos.
Vuelven tus rayos a generar luz, sostengo tus pupilas, borro en ellas todo cuanto es prescindible. Sabemos que nada es relevante.

La única verdad es que te poseo en ojos abiertos o cerrados. Lo que tu sabes al mirarnos, es que todo lo tenemos.

Pascale

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿ME SIGUES MIRANDO EN EL ESPEJO?

Te miro
Te miro con mi espejo
Te miro lejano
Te miro con dos ojos enlutados
Te miro con la piel de la distancia
Te miro desde mi cuerpo desnudo
Te miro arraigada a la memoria
Te miro hacia el enigma
Te miro amor desde sombra
única forma que tengo
Te miro desde esta tumba colectiva
donde a la incongruencia también
se le llama vida

LUNA NUEVA




.Pausadamente se desprendió de su delantal de cintura. Ya era hora. Se miró en el espejo y acomodó su peinado. Salio de la casa, aspiró profundamente el aire que traía el perfume de un día vivido entre tierra húmeda, ganado,tomates maduros y leña quemada. Apoyó los codos en la baranda, y esperó paseando la vista por la copa de los árboles que jugaban con los últimos rayos de sol
Lo vio aparecer en el horizonte. Alisó su vestido, suspendió con una horquilla el pelo que el viento había soltado. Sin querer rozó su mejilla, detuvo la mano, recorrió el ovalo que marcaba la cara.
Con sus dedos, toco los tres surcos profundos de su frente. Intentó recordar cuándo habían comenzado a ser suyos. Sabía que su piel perdía lozanía.
Con tres hijos, un hombre que amar, una casa que cuidar, un campo que sembrar, una montaña que saludar cada mañana, se había pasando la vida. No hubo espacio ni motivo en todo ese tiempo, para ocuparse de otras huellas, que no fueran las que debía dejar.

Al subir las gradas de la terraza, no vio la sonrisa de luna nueva que siempre salía a recibirlo. Se detuvo, besó sus labios suavemente y aguardó mirándola a los ojos.
Acariciando su pelo, ella advirtió que esos ojos otrora enérgicos y vivaces, habían caído unos grados hacia el sur, sus pupilas irradiaban ahora, una extraña mezcla de cansancio y resignación. Sin embargo los razgos de su cara, seguían pareciéndole hermosamente honestos. El tiempo no borraba en aquel rostro varonil la seducción que siempre la cautivó. Aquella boca continuaba paraíso e infierno, donde nunca en su húmedad se cuidó de ser dama o ángel, pecar o morir. Continuaba extasiándose cuando el aliento y los susurros de animal desbocado bufaban en su cuello.
Esa noche, avanzó sus dedos por el nevado bosque de su cabello ,resbaló la boca por sus hombros , paseó su luna por las múltiples raicillas que cruzaban el rostro de ese hombre, la deslizó suavemente por la espalda clavándola a su piel, con una horquilla de su pelo

Pascale

RESPIRANDO



Aquella mañana, de regreso al pueblo, sólo lo acompañaba el rasposo sonido de sus pisadas contra las piedras.
Refrescaba su cara el aire fresco y el olor a hierba lo llevaba a su infancia en cada átomo
Recordó la textura de la tierra en sus rodillas, las piedrecillas enterradas. ¿Cuántas veces habían sangrado en ella?
Inevitable, las imágenes de la niñez apretaron su garganta. Dolía, y mientras más recordaba , más intensa se hacía la contracción. No quería llorar
Tragó aire, miró al cielo y pensó.
La historia me pertenece. Soy la persona más afortunada del mundo, lo más valioso de la vida, lo llevo y lo llevaré siempre conmigo.

Pascale

NUBES DE MENTIRA



No tuvo el valor de verme a la cara
así, imaginé que sus faltas  
y mis errores 
huían victoriosos  entre  los temores.

jueves, 5 de noviembre de 2009

****OBSESION****



Habitualmente me escribe. Escribe sobre una historia que ignora, sólo sabe que existió. Urde meridianos y paralelos.
Cómo le duele!
Elucubra retorciéndose en un pasado que no le pertenece. Explora calles con negras lágrimas. Descifra jeroglíficos entre adoquines, detiene semáforos en rojo. Escucha, mordiendo sus dedos, tras la puerta de la alcoba . Sufre.
Se desmiembra observando abrazos, lacera su alma en el filo de cuatro comisuras entre abiertas. Artista de la angustia intenta pintar lenguas moradas. Le nformo, son rojas, muy rojas.
Expele sudores y rabia al imaginar esos cuerpos estremecidos, ignorando que es imposible, borrar conjunciones tatuadas en muros del tiempo.
Demenciales visiones ante querer y no poder. Le informo, no puedes, ni podrás.
Se contorsiona sobre su inasequible lance. Agoniza en mil besos atisbados, se degrada en la acidez de aquellos ríos que le dan de beber. Desbarranca por pendientes lubricadas con tinta ajena

Me escribe e intenta en cada misiva , hacerme renegar de esos días que parieron su muerte perpetua.
Escribe de lejos, incapaz de vivir, incapaz de respirar. Odiando y necesitando
Qué sabe la tejedora araña de verdades? Mil kilómetros de ignorancia, mil de desvelos
Le informo, la memoria persiste incólume.

Pascale.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA NIÑA DE LA VENTANA



Mamá estás ahí?
He visto tras los cristales el asfalto extenderse más allá de estos marcos.
Jamás me he desprendido de esta ventana, Existe desde cuando enclinada, apegué la nariz en el vidrio y comencé año tras año a contemplar los paraguas de invierno pasar bajo la lluvia,las flores del jacarandá arrastradas por el viento, el polvo que levantaba la escoba de mi vecina cada mañana, los helados de frutilla, el camión recolector de basura deglutiéndo sonoramente un atado de bolsas.
Aprendí tras esa mampara de diez vidrios por hoja, simplemente, ver la vida existir.

Y me pregunto, estará mamá en la cocina?
Intento abrir la puerta de calle. He visto vehículos que se dirigen hacia la derecha, al norte. El deseo de fugarme en sus tapabarros me asalta hoy más que antes.

Espero que esté en la cocina, lo deseo intensamente. Mi mano tiene esencia de pájaro migratorio , es fuerte, pequeña, decidida. Ansiosa de campos extensos abre jaulas a mis ojos. Viajo cuando una puerta se abre. Vuelo libre.
Descorro el pestillo, lentamente. Retengo la respiración, como antes, como siempre. Lo humano me ahoga.

Estabas muchas veces en la cocina, te presentía, te veía mientras yo, no soportaba la quietud de las paredes con sus fantasmas atizbando desde las alturas, los canarios enjaulados, las macetas con las mismas flores año tras año, el color verde del pasillo de cada día, el aire y el cielo abierto llamando a gritos y esta soledad, amante sempiterna que se fué pegado a mis huesos cada vez más, exprimiendo. Ella también me amaba y me enseñaba a oír sus nanas.

Tampoco hoy puedo quedarme a tu vera, bajo tu alero de sombra. Si lo sentía antes, ahora más. Nunca eché raíces, quizás por eso deseo desde hace mucho, morir bajo un árbol.

Sé que no debería salir una vez más a hurtadillas, pero diablos madre!.

Los ojos se inundan, abro la puerta muy despacio para que las bisagras no crujan. Una niña me observa desde las sombras. lo siento tanto le digo en silencio. La abrazo como en sueños. Dos lágrimas pretéritas emergen de sus ojos. Seco su cara. Le digo en voz baja, ya es tarde y mamá está en la cocina, ve con ella, revisa sus bolsillos, abrázala fuerte.

Pascale

FALLERE NESCIO ( no se engañar)



Detesto al mundo en todos sus giros
cuando de tu boca se escapa la risa
o tu voz se hace ajena y pido permiso empujando
para sólo caer en gélidas pupilas
distancia vestida de nauseosos olores extranjeros

Detesto al aire desleal
Que acuna encuentros
volviéndose repugnante y pequeño
en la presencia incompetente de mi ausencia
entre espacios foráneos y adyacentes

Detesto el tiempo inventado
con todas sus horas inventadas
cuando avanza en la fría precisión del engranaje
acercando distancias , alejando distancias
Y en mí, maldita sea, ni te detienes, ni mueres

Pascale

ESPACIOS



Desde el primer rocío
a manos llenas
en cada traslación
Te sigo
Por el camino
todo es un enigma
yo te sigo

Pascale

martes, 3 de noviembre de 2009

QUÉ HAGO CON ESTO ?


Alcancé a contar
Ciento nueve nudos
antes de atorarme