es caer estridente en la desesperanza.
Una vez más, o una vez menos,
continuará la guitarra apoyada en la esquina,
donde llegaba aquella luz
que nunca supimos de donde venía,
la huella del vaso en la madera
y la caminata alienante de los plazos.
Los sentía avanzar entre mis sueños,
esos que dormían contigo,
en aquel momento te abrazaba
formando cadenas con tus manos,
y elevaba una trinchera al tanto que musitaba conjuros
mientras tu pensabas que hablaba con los muertos.
Abril es haber caído fracasados
en la contemplación del otoño,
derrota inconfesable,
dolor espeso de café y primera lluvia a solas,
lugar a destiempo donde las uvas
no danzarán más sobre la cubierta del vino
y esta tardía prisa
estrena una escena
de un encajado vestido amarillo.