miércoles, 29 de mayo de 2013

La noche es un asunto grave en la mente de un poeta,
se enredan las horas a tiempos verbales,
entonces sabe, es consciente,
que jamás las golondrinas desahuciadas,
que aunque pare de llover
el silencio entra grande,
limpio,
una antología magistral de soledad.

martes, 28 de mayo de 2013

               Amo de esta forma,
            encontrada,
        mal herida,
     analfabeta,
con ventanas extrañas
llovidas,
    botas desordenadas,
   a llagas abiertas.


Amo un jardín y un colibrí,
la paz,
la sombra,
su frente de ayer buscándome
en multitudinarios silencios.

Amo desconsoladamente 
una hora equivocada.

la bala,
la guerrilla,
la calle mojada,
mi propio recuerdo
des
garrado,
des
medido,
des
amado,
microscópicamente
desangrado.

Afuera llueve invierno sin casa,
sobre las plantas,
techos,
sobre la cuidad.
 Llueven
tristezas pequeñas,
mojadas,
lo alguna vez arrojado
vanamente
al aire.

lunes, 27 de mayo de 2013

Hace tiempo me duele el hombro y el cuello, cuando giro la cabeza o llevo ratos cargando el bolso deshilachado.
Es un dolor impreciso, irradiado, de mármol cóncavo, justo sobre la sombra del brazo mutilado.

domingo, 26 de mayo de 2013

La mentira,
deforme,
mal aliento del arte enquistado en las venas,
pasada por mi espalda como un soplo,
apenas un remanso,
ronroneo candente,
desértico,
cambia de posición rima, luces,
las sillas y el pelo.
¡Ay de esa  indigna rutina de lastimar la casa!
bocas tristes solitarias que las  deslizan
invisible
bajo mi lengua.
No tienes idea que veneno arraigado emerge,
fermenta,
se alfabetiza en el aula cruel de las mandíbulas,
blanco, único,
como el pétalo de una cala, oscura, asesina.
No sabes, no imaginas el mar,
la pócima cobarde,
la lluvia trizada,
las medusas del cerebro,
la elegancia del disfraz,
la altura docta del arco en el fondo de la herida,
la mano abierta traicionada,
el genio letal del ejercicio en el ojo reventado
bajo el fragor de la práctica.

Té de invierno
al final de la tarde,
a medio día,
sin azúcar
ni flores,
montés, abrigado,
largo,
rojo,
entrañable 
bajo la oscuridad helada,
     manos y palabras,
    días cortados con tijeras,
té de sorbo ancho 
oliendo a lugares,
quemando lengua, 
noches,
garganta,
  la camisa desnuda,
  recién estrujada,
retorcida
sobre la cama.

jueves, 23 de mayo de 2013

Mientras más cerca , más lejos,
la física no explica todo,
la química es un arma,
el grito es más fuerte mientras menos se oye,
la vida se acorta mientras más se vive,
el espacio
puede ser un amante cruel que golpea la noche,
la noche,
siempre llega como enjambre a mi garganta.
La fuerza,
una medida de tiempo encerrada en el pulso
-Entre todo-
desconozco  la palabra
con que me ha bautizado en su pecho,
entonces,
la confusión es una puerta de emergencia
y existen criminales preguntas,
suceden desnutridas respuestas,
espacios cortos transcontinentales,
bocas veseánicas, mal paradas, mal pulidas,
mal halladas,
conciencias inconscientes,
abrazos con navajas,
flores-ampolletas que alumbran cementerios.
Entonces,
que irrumpa todo ruido con alevosía,
extravíe, ensordezca,
que el mundo grite más fuerte
para no escucharme.


lunes, 20 de mayo de 2013

Hace frío, un hielo de verdad,
una especie de nube-nudo que ciñe el centro del estómago.
Hace tu nombre-cuento comenzando...
"Hace tiempo" ...
(demasiado afuera, desvelando los árboles).
Hace mi boca caminando de memoria hasta tu casa
llamando a la puerta esperando que no salgas
porque el miedo,
aún baila un bolero de lengua y palabras.
Hacen asuntos inexplicables, teorías e historias,
mi pelo agredido.
Hace preguntarse por primera vez:
qué es el amor?
escribir obsoletos ensayos sobre el tema, 
deambular con ellos bajo el brazo,
emborracharse de ellos,
hacerles el amor en todas las posiciones
como la mejor mujerzuela.
Hace este frío inmenso de dejar el verbo amar a medio vivir
agonizando, oxidando la noche en una plaza,
porque la oruga
quedó
         atrapada
        (siempre)
y ya no vuelve, no sale, ya no.

lunes, 13 de mayo de 2013

Equivocarme,
ser al revés,
que la noche diga soy noche a pleno día,
que la muerte corra por vida,
que los pájaros, aniden
sobre la nieve,
que la ida sea eterno regreso,
el negro resplandezca albo,
la ausencia
caiga de abrazos,
que tu ceguera mire.
Equivocarme,
ser al revés.




Agua en cada ventana,
hoy.
Hoy que pudo ser ayer,
viernes, o martes.
Hoy de aquellos sin nombre,
por accidente,
pero fue hoy,
agua.
Brotó de los árboles, de los vehículos,
de la estación del metro,
de la luz,
llenó los estanques de la cordillera,
subió por muros y perros,
fluyó por las manos, los niños, por el aire.
Toda la cuidad estaba mojada, bolsos,
pies, cabezas, mi alma incesante,
inundada.





domingo, 12 de mayo de 2013

Has viajado el tránsito rojo, azul,
circular de mis venas,
te he escuchado por las noches cuando sin remedio,
se oye el oído tubular de las arterias,
el oscuro pasadizo del océano que eleva la voz.
Llegas como llegan las cosas que nunca imaginamos,
como fluye la gente desde la boca del metro,
poderosa y subterránea manera de existir,
universal adyacente, descrita en libros,
desmenuzada en causa y efecto,
ay tú y tu compás desordenando la frente,
la mente
y el electrocardiograma.
Después de tanto tiempo has llegado,
desde tus anchas esperas
hasta el puerto temerario del corazón.





OTOÑAL

Hace frío,
siglos de manos heladas,
espacios.

Deambulan playas,
fantasmas con párpados arrastrados por el mar.

Hace garganta de víbora blanca
donde un coro de abejas tejen abandonadas,
perdidas.


Una voz alargada, débil,
gruesa,
como gotean las horas de mármol
sobre la cama de un hospital.


Suceden tiempos, nostalgia de higo seco,
extensiones finas a punto de cortarse.
Esperas húmedas, recién lavadas,
                                      estilando
                      bajo la lluvia.

viernes, 10 de mayo de 2013

Casi es mío,
enriquece mi ventana,
el patio lejano de las dulces prisiones,
se cierne mar, cielo,
estrategia para guarecerme de la lluvia,
lenguas de sombra y tumbas.
Lo abro en el aire,
lo escarbo,
lo entierro entre mi piel y las uñas,
le escribo un cuadro apurado de palabras,
es mi tarde,
abierta, merecida,
no me disculpo por mi respirar egoísta,
entre todas, la he sembrado.
Despojada del poder de la ventana,
del nudo que era su pelo,
de las víboras de su selva,
he descolgado desde del muro el pasillo,
la sangre,
la roja opresión de su lengua,
mentiras que me inventaba para no ir de bruces al infierno.
Dejo en el balcón plantas y raíces,
                           el temor al miedo.
Puedo, libre, otoñal, helada,
entre tanto aleteo, lila y púrpura
                           necrosado en la piel.
Ven,
que  a esta noche fundamental se le han caído los anillos,
avanza helada, sola, a tientas entre bosques pálidos,
vuelve a la práctica del ejercicio del músculo,
a la coraza.
Morir, pero tibia, anhelada, hallada,
                                                 eso quiero.
Fenecer de ti, de mí, de rodillas,
una vez más, extendidos,
hacia acá, hacia allá, a mis pies,
cruzados, perdidos, inconscientes,
dolidos,
abandonados como cuando nos dejamos
y somos un papel cualquiera, un verso que se olvida.
En esas prácticas humanas tan nuestras,
armoniosas e imperfectas, morir,
como solemos hacernos asesinar,
con los ojos, las manos, la lengua,
los dientes morados de enterrarnos la carne,
los miedos, el camino errado.
Trae tu  noche a germinar en mi garganta,
subterráneo universo del encuentro,
dejaremos de ser huérfanos, olvidados, urgentes,
ajenos.







miércoles, 8 de mayo de 2013

Abajo las calles amanecen abiertas,
                                           estériles.
haber estado, sido, amado,
como el vapor del agua hirviendo
que transitaba por el pasillo.

Un ruido sordo cae por la escala,
el poema acaba de acribillar la palabra,
             Silencio.

 Tanta belleza mutilada,
         destrozada.
       
Abajo, abierta,
estéril,
buscando un verso,
deambula una multitud lisiada de zapatos desgastados,
desde esta altura inalcanzable
disgregada como pan añejo,
difusamemente,
les veo pasar
A menudo te escribo,
misteriosa, no sé si gris, negra,
o de colores extraños,
no sé si eres eterna
             o frágil como el amor.
Te inserto mi calle de libros
plagada de miserias,
mis gusanos,
algo de todo este infierno que llevaré conmigo,
lo menos quedará sobre el patio,
meciéndose como una lágrima
mientras vamos camino al funeral.

Nunca me había detenido en tu entrada sin puerta,
sin ruido,
sobre el rumor de tu existencia mía, inoculada,
pero son las cuatro de la mañana,
sola,
cruzada,
dinamitada por una  extraña paz.
En algún sitio de la habitación te acomodas,
te fumas, te levantas,
recorres,
percibo tu nariz por la espesura del pelo,
vas reconociéndome, más urgente,
me detengo en tu espacio,
levanto tus párpados de playas sin mar,
la única certeza es invisible, es muda,
solo vive en gestación eterna, inmortal,
sin manos, sin cuerpo, sin imagen tridimensional,
la tercera mano sin sombra, férrea, fiel,
sin nombre,
tal como nos iremos.












POEMAS

Quizás hubo un instante, algo,
entre mar y  montaña,
una mirada,
una mentira con una gran verdad,
un libro,
el mismo donde yo me buscaba
donde jamás
me
       en
                       con
            tré.

Quizás, estuve metáfora
en la mueca fugaz del anciano que cuidaba árboles.

Quizás por  justicia de acuario,
el pez merecía la soga,
el filo acerado del primer cuchillo,
del segundo estrangulamiento,
el salto al vacío
entre agónicos latidos de oscuridad.

Quizás íbamos en ese disfraz perverso
de la hora cortada
besándonos trágicos, a la deriva,
perdidos en mil años de piel
contra el aullido de los cuervos.

martes, 7 de mayo de 2013

GOLPES DESNUDOS ( LAS DESAMADAS)

No es el invierno lo que amorata la piel.

No es el frío que anda suelto por las calles
lo que estremece el aliento.

Nada externo delata así, la crudeza.

Es el equivoco entre costilla y costilla,
un absurdo atajo que sale al camino
y muerde la sombra.

La emboscada salvaje que tejen las avispas.

Es aquella voz,
que un día  amamos
errados,
por sol,
por vida,
por fina canción inexistente.

¡Como nos hacía tan falsamente bellas!
                                          ¡únicas!
                                   ¡extensas!
                                                ...acotadas!

No sentíamos más dolor que indoloros golpes
invisibles,
    invierno o verano.

Habitábamos el salón morfinómano
de la infamia.
Reclamo para mí,
una llamada dulce,
obstinada,
extensible,
llena de voz,
de lo que invento dentro de esa voz,
cantaros,
pájaros,
un tono que muerda labios, lenguas,
que encienda el timbre acallado de mi voz,
agite el brassier por la ventana,
la triste vida de las sábanas solas.
Preciso un mísero y alto timbre de voz
llamando fiel
como las noches
que me engendran olvidada.


viernes, 3 de mayo de 2013

             Te miro, 
              tú me miras, 
                 bajamos hacia el siglo 
                   en que nos volvamos a necesitar.

La garganta desbordada de palabras
a un segundo de cambiarnos el nombre,
las manos,
el entretecho cargado de soledad,
entre la mudez de la cuidad
nos perdemos

agradecidos,
                      ciertos.