domingo, 31 de enero de 2010

POR SI DESEAS MORIR BUSCÁNDOLA


Carmen busca la verdad así como María o Silvia. También la busca Elena, la señora Doris, Cristián Sepúlveda, Perico de los palotes y muchos más. La buscó el Che Guevara, Manuel Rodríguez (mis platónicos amores) filósofos, cientistas, depresivos, atormentados, justos y pecadores ( si, pecadores, por qué no? ) y la seguirán buscando millones de seres mientras esta esfera continúe girando en un punto apenas visible del cosmos.
Cada individuo puede tener su propia visión acerca de ella, así también su libre albedrío que le permitirá actuar conforme a él y las circunstancias.

Qué hago yo un día domingo, pletórico de calor, a las ti tantas de la tarde, inmersa en un tema que más bien es para conversarlo entre amigos, al lado de una buena fogata o alrededor de una buena copa de vino tinto , obviamente chileno? Ni idea la verdad. Lo más congruente hubiera sido publicarle a Carmen su mensaje y seguir en lo mío, como hago frente a los gritos desesperados de Silvia, chica que a pesar de todo me simpatiza, por tener “su verdad” y desangrar por hacerla trascender. Sin embargo, en honor a Freud, coqueteo con las pulsaciones, al final me seducen como me incita todo acto que implique transgresión y acá estoy por un rato, inserta en el tópico.

El concepto de “verdad” tiene variadas definiciones que , hasta dónde recuerdo de mis postreras clases de filosofía, han ido variado según tiempo y autor. La palabra “filosofía” deriva de “sofista” que estaba designada a aquellos estudiosos que buscaban “la verdad.”. Platón , Aristóteles, Descartes, Kant y así etc, etc, se podría seguir la lista de aquellos que han publicado sobre este, no poco peludo temita. En fin, hay muchas páginas atrapadas en rincones a las cuales debo ir soplándoles primero el polvo antes de extenderme en filosofía.
Dentro de las acepciones que recuerdo están las de Platón y Aristóteles quienes afirman que la verdad es lo que permanece y no muta, lo real. En las acepciones contemporáneas Hussed nos dice que verdadero es lo que introduce un "beneficio vital" que merece ser conservado, por tanto aplica el concepto de verdad a aquellas ideas dependiendo de su utilidad.
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Nadie puede negar que en las relaciones humanas los conflictos están permanentemente latentes. Hace un tiempo, y sólo por el gusto que le tengo al tema, escribí un ensayo sobre la comunicación. Personalmente estoy convencida que muchos malos entendidos , a todo nivel, se generan en la mala comunicación, donde los receptores, códigos y emisores no son lo suficientemente efectivos. ( esto solito da para un blog). Y aunque parezca que me estoy alejando de materia, si lo pensamos no es así, ambas concepciones “verdad” y “comunicación” están íntimamente ligados, sobre todo en el caso de S, C y hasta R. que objetivisan interpretando arbitrariamente desde una perspectiva personal.

No prejuzguen, observen, aprendan. Un gran amigo mío siempre dice que las palabras son muy poderosas, inventan destruyen, enseñan, nos divierten, nos hace meditar, cambiar. Agrego a esto que lo valioso algunas veces no esté en lo escrito, si no más bien en la sabiduría del lector
Hay que tomar de ellas lo que portan, y no siempre, necesariamente llevan explicita la verdad del autor.
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Me alegra saber que Carmen busca su verdad y que parte de ella al parecer, la haya encontrado.. Cómo ser humano es nuestra responsabilidad hacerlo, al menos intentarlo, al menos proponérselo alguna vez en la vida . Pero le dejo claro que lo que ha encontrado, es tan sólo una parte del todo que le circunda, y no necesariamente esa integridad hallada, tiene el mismo sentido de verdad en otros, y en este punto, es donde se nos vuelve complicado el panorama por intentar aplicar simetría y en el peor de los casos, trasformarla en un cuasi axioma

Es tiempo y esfuerzo estéril, intentar cambiar la vida o los actos de los demás. Las armas se deben guardar para las buenas batallas, siempre, y no utilizar cualquiera, un buen soldado debe ser tan digno como su espada, tan justo como ella.
Hay que aprender a desvestirse de las pasiones mal encausadas, de lo contrario chicas, vivirán respirando aire ajeno. El mundo es más amplio de lo que parece, los espacios los elegimos nosotros, pueden cerrarle la puerta en las narices a los indeseables, ignorarlos, mandarlas al demonio, lo que jamás van a poder modificar es la verdad en si misma para quién la vive como tal.

A Carmen, Silvia, al Sr. Perico de los palotes, a mis amigos, a mis amores, a mis desamores, a quienes están perdido en la vorágine, a los que un día me acompañaron, a los que dejé en la berma, a quienes me amaron y no pude corresponder, a los que hieren a sus semejantes sin querer, a los heridos, a los resentidos, a los que portan estandartes de artificio, a los que postulan seriamente bogar por el Aqueronte, a los hedonistas, a las victimas y sus victimarios, a los mendigos de amor, a los soñadores, a los corazones que no sanan, a los que se contraen, lloran, cuestionan. Mucha luz en el camino

martes, 26 de enero de 2010

SABOR A TODO


Ces’t la vie
Un bolso
un cuerpo
Manos que buscan
Fuego
siquis
olvidar volver.
El humo
un espiral
se dilata
Asciende
lineal la argolla
Dibuja
mares muertos
alvéolos
y gatos
que huyen
por un hilo azul.
Treinta fracasos
por minuto
queman
La boca
en el filtro
el sabor adictivo
tiempo
de sombra
contra sombras

lunes, 18 de enero de 2010

CAMINO AL SIQUIATRA


Deshaciendo historias, arrancando teclas.
Regalando libros, cuidando de gatos.
Cruzando la calle, haciéndome ciega.
Volviéndolo torpe, estúpido, malo.
De alguna manera tendré que olvidarle.

Trabajando vente horas, durmiendo cuatro.
Imaginándolo feo, yo mucho más vieja.
Tirando su abrigo, cerrando cajones.
Escobillando besos de la almohada.
Extirpándome el útero,
vomitando el alma tendré que olvidarle,
de alguna manera

viernes, 15 de enero de 2010

ANGELES MUERTOS


En océano sin puerto navegan versos piratas,
mal nacidos, traidores, tristes, con alma

Desnudos a la tibieza ignota de una boca cerrada , abierta
que los deshabita en noches, días, segundos, para siempre.

Retiran la mano. la quitan, la apartan, la esconden
No puedo seguirlas sin metáforas, extenúa

Subsuelo, submar, subcielo. No sé cuándo subempezó todo.
Nada termina de subir ni de bajar y continúa.

Ángeles caídos no surcan cielos, está mi frente tatuada
Todo vuela, se esfuma, no existe, no alcanzo.

domingo, 10 de enero de 2010

ENTELEQUIA


Los forcejeos en la reja de entrada distraen mi escritura, me paro del asiento, avanzo hacia la ventana y descorro la cortina. La imagen que alcanzo a distinguir, me derrumba.
Siento mis piernas pegarse al piso, quedo inmóvil, incrédula, desconcertada. Apoyo la frente en el vidrio.
Ella había prometido no hacerlo más. Si alguna vez, ocurriera nuevamente dijo, pasará desapercibido. Seré tan silenciosa qué nadie podrá adivinar, que ha vuelto a suceder una vez más, y una vez menos.

Después de mucho tiempo, hoy vuelvo a ver la mortal palidez carcomiendo sus mejillas. Con profundo dolor observo su cabellera otrora sedosa y brillante, convertida ahora, en una maraña mustia de apariencia áspera. Está muriendo .
Observo desde lo alto, como sus débiles manos, intentan encajar la llave en la cerradura agotando las últimas fuerzas que adivino, manan de la necesidad de volver a este lugar, su único y sempiterno refugio donde nace y muere ya casi, irremediablemente. La llave calza, gira lentamente en su combinación, la puerta de fierro cede.
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El aire en la habitación despierta el consabido olor a flores, sutilmente a formalina y luto. Cierro los ojos, retengo la respiración por unos segundos intentando controlar las nauseas. Sudo helado, me contraigo, en la garganta siento la suya, fusionándose, traspasando el gélido alimento de la angustia y la decepción.
Entre dientes procuran escapar improperios sin norte. El acto de la vida es singular, reflexiono, intentando no emitir juicios ligeros. Somos portadores de libre albedrío. Aunque arda la rabia por dentro y la pesadumbre me embargue, aprendo que un espejo, no es suficiente.

Cierra la reja con lentitud. Escucho pasos en la escalera que cada vez se acercan más. Pausada, la puerta se abre a mis espaldas. Me mantengo quieta en la ventana observando el vacío que ha dejado afuera, la misma sombra que ahora me observa. El perfume amalgamado de las flores bloquean palabras, no median preguntas, los insultos se contraen. Un silencio condenatorio y misericordioso cruza el espacio que justifican dos siluetas.
No es necesario, le digo sin voltear adivinando expiaciones. Pierdo la mirada en el verde follaje de los árboles. Los veranos son así, caprichosos como la juventud. Existen movimientos de tablero que no podemos adelantar. Ya no debe asustar la oscuridad, nacimos en una noche larga en un mundo que vive de día, las velas que logramos encontrar, cuando las encontramos, a la larga se apagan, a tientas salimos a buscar otra, y otra. Es nuestro signo, seguiremos así, hasta que nos acabemos.
Permanece en silencio, oyéndome. Ahora tengo la certeza que no puedo cambiarle. Las hojas se mueven lentamente, hay brisa le comento, ya no importa, sólo importa que exista el árbol, la vida en ellos pasa hermosa, ingrávida y vital. No te culpo,continúo, no podría hacerlo, pero duele, te lo tengo que decir. Duele tanto y estoy agotada, sé que tú también lo estás , acaso más que yo, porque eres tú quién baja, yo me quedo en formalismos.
Aprendimos mal, sabes? Las lunas esa noche estaban ocultas, las lenguas cambiadas, leímos obsoletos y bebimos agua destinada a las mariposas.
No quiero ver tu rostro desfigurarse, miembros rígidos, ojos consumidos , alma seca. El día está en su mitad, el aire aún expande mis pulmones. Soy cobarde ante ti.
En algún momento, confesé a alguien, que estoy consiente de estilar indolencia. Existe un universo secreto cuyo acceso está restringido. Ingresar a él es peligroso. No debo hacerlo. No soy una piedra pero debo actuar como ellas. No tengo tiempo para repararme, no puedo permitir que vuelvan a desarticularme una vez más, si así fuese, no volveríamos a pararnos jamás. Tan válido, fue en esa ocasión lo que dije, cómo ahora lo es para ti.
He visto lo suficiente, le digo condescendiente. Necesito que me dejes sola, no quiero llorar más, nos hace mal, necesito pensar, reordenar, es posible que decida arrancarte para siempre el corazón

lunes, 4 de enero de 2010

UNA SIMPLE HISTORIA


Tomó una hogaza de pan, se lo llevó a la boca, el guiso humeaba en la mesa. La miró en silencio con ternura, con la mirada de ocaso que tienen los hombres de campo, con la mudez de quienes no hablan con palabras. Con el tenedor fue moliendo las verduras en la medida que iba llevándoselas a la boca lentamente, como un ritual. Las papas le parecían mustias pero no dijo nada, los porotos verdes le sabían rugosos, ásperos y quizás, faltó más sal, pero nada dijo.

Las imágenes del día cruzaron ante sus ojos. Buenos días jefe palmoteo en la espalda, sonrisa condescendiente. Había avanzado por el pasillo oscuro de la fábrica, se había puesto el overol, mirado el reloj. Ocho de la mañana con una nueva perforación en la tarjeta de asistencia. Un día menos para fin de mes. En la colación, el sempiterno tema del fútbol con los compañeros, esos que no son amigos pero hay que tratarlos como tal. Estaba Torres, maestro de la irreverencia y la inventiva, Cubillos con su palidez anémica y sonrisa de dientes escasos. Padilla el sarcástico y estaba él, con el pensamiento fijo en nada. Lo más probable es que fuera todo pero era tanto, que al final, quedaba en nada.

El, con un sueño iterativo que nunca desechó a pesar de los años. Aburrido de su trabajo, de ese lugar, deseaba cambios. Hacía mucho, sentía que estos estaban aplastando sus huesos como concreto.
Había intentado un par de veces nuevos horizontes, siendo más joven. Quizás fueron más, pero no quería, ni le importaba recordar fracasos Siempre anheló migrar de aquel lugar, alejarse un poco de ese sol descontrolado, de la soledad, de lo inamovible. Trasladarse por último, a la cuidad más cercana, llevar a su mujer a calles de asfalto, lejos de aquella árida tierra que resquebrajaba los pies. Abrir esa reja de metal que por más de treinta años, durante nueve horas, y a veces más , cerraba a diario un cielo que necesitaba ver.
Añoraba el aire fresco de su sureña cuidad natal llenando los pulmones de paico, ruda, yuyos y zarzamora. El aroma inigualable, que expelía el pasto húmedo a orillas de los esteros.
Aunque fuese por última vez, correr por los campos de trigo, correr como antes, a casa y volver. Volver mañana, a la reja de metal, al pasillo oscuro, a la mesa puesta, al guiso que humeaba bajo las calaminas que reverberaban al sol, porque ya no tenía, donde más volver.



Su mirada se perdía nerviosamente entre los detalles de la pequeña casa, mientras desmigaba el pan sobre la mesa. Acto seguido, observó la curvatura que formaban sus hombros, la tensión de la frente, en un descuido, se cruzaron las miradas. Aunque él no le dirigiera palabra alguna, había aprendido a leer en sus gestos y desgranaba muy bien, los secretos que guardan los silencios.

Quinientos pesos había quedado debiendo con vergüenza, ese día. Ese era su secreto, y esperaba que él, no descubriese desasosiego en algún rincón de sus pupilas. Por su cabeza, también giraba la deuda de la semana anterior Había sabido ocultarla bien, aquella vez fueron mil pesos. Recordó la primera vez que sintió vergüenza de pedir fiado. Estaba recién casada o recién juntada por que nunca se casaron. Aquella vez recolectó todas las monedas que traía, así y todo no alcanzó.
Esa vez no dudó entre la desazón y la comida, esta vez tampoco.

Tomó un sorbo de agua. Había decidido callar. Se había anticipado a esa eventualidad. Las compras forzosas de ese mes, probablemente iban a pasar, literalmente, la cuenta, no por ello, dejaba de preocuparse. Tal como aquella vez pensó.
Éramos tan jóvenes, hacíamos una linda pareja. Lo miró de reojo mientras se llevaba el tenedor a la boca. Guapo era mi negro. Si que lo era, hasta tuve miedo por un tiempo que otras mujeres me lo quitaran.
Su mente por unos instantes voló por espacios irreverentes , por donde se cuelan en éxodo los pensamientos, cuando la realidad, se torna un laberinto solitario. Me gustaría ser tenedor pensó, mientras giraba en la mano el suyo. Me gustaría ser plato, que cada día me lavaran, secaran y guardaran, sin más trabajo que ser plato. Ser cortina, no estas, que están viejas y destiñas. Me gustaría ser las cortinas de la señora Encarna. Española, decía ella que era, y que sus cortinas, también lo eran. Esas cortinas si eran lindas. En tres días estaremos a treinta y podré pagar.


Miró a su compañero, lo observó en ese acto básico de alimentarse, tuvo la sensación de estar viéndolo por primera vez. ¿Desde cuándo las marcas en la frente habían endurecido su ceño? Paseó la mirada por su cara, por su pelo, redibujo sus cejas. Está viejo mi negro, se confesó sin pena, yo también debo estarlo. Habían envejecido por la vida misma, por el polvo áspero que se levantaba cada tarde y daba en la cara. Ajada la piel por el sol desguarecido de la zona, por los sueños rotos que alivianaban la prisa pero cargaban el alma. Envejecemos de a poco pensó, casi sin darnos cuenta. Quizás no se siente tanto cuando se hace de a dos.