miércoles, 20 de febrero de 2013


Una vez más  se me quebró la piel,

 mañana el sol empujará mi sobra,

ellos

pensarán que sigo,

yo misma llegaré a creerlo hasta que vuelva,

y me siente a pensar, a tejer esas cosas curiosas,

tristes,

que hilaba antes de caer,

como que vivía en la cuidad de los rincones

y  para dormir  contaba hormigas que salían de las tablas,

y una flor, de cerca, así,  naciendo,

abriéndose lentamente como la muerte.


Asuntos cadavéricos,

como que amé con locura tu pecho,

 pero no entero, nunca entero, sino una parte,

aquella que sabía mi canción.

Tu labio inferior que me albergaba del frío,

o tu pupila,  de serpiente erguida ida.


En este punto, como  hacen los nidos,

enlazaré mis manos, me diré arrullada,

que ningún lugar posee todo,

que  hasta mi cuerpo es una larga secuencia de partes,

algunas aman,

                 otras,              alejan

pero infinitamente todas en coro, sufren,

porque la tristeza es como una  mancha de nacimiento que permanece,

 se superpone,

                       contamina calles

                                                  la tierra que has pisado

                                       este lugar estúpido
                   
                                       donde ya no estás.












lunes, 18 de febrero de 2013

Vengo como voy,
alta
y fumo por las partes prohibidas de la casa,
paso el humo por el encima del hombro,
por rocas y montañas, por el amor muerto.

 -No pasa nada-
Y la vecina me mira,
-fue dulce y nuestro-
ella mira
-Fue lo único que sentimos pasar-

 El humo se eleva, lo mira,
le digo: Todos venimos caídos,
ojos infinitamente abiertos,
 pupilas fijas,
              destrozados,
        desordenados.

 Yo vengo así como me ve,
interna como los gatos,
quizás antes también fumaba
y morí dentro de una voluta de humo,
quizás,
también me tajearon la cara,
vestía de blanco y negro
 y tomaba sopa de pollo cuando estaba enferma.

En este momento
todo el universo somos tú y yo
                         los recuerdos,
ahora lo sé, pero está bien,
                  no pasa nada,
tal vez seamos todo lo que necesitamos ser,
tramite, contracción,
laxitud
lo demás, sueños anchos como el cielo,
hasta los dinosaurios pueden haber sido un sueño,
                                        la obsesión del amor,
                            ese libro interrumpido
                      de versiones contradictorias.

 Hay una orilla mágica en el río.

Lo quería tanto, tanto,
pero el río como el Nilo, se llevó la siembra,
                   quedó la espina,
que rima con pared y espada,
ni siquiera quedó sombra de la sombra,
siembra de la sombra, que me añejó las manos.

 Le diría :
Amor mío: Me trasformé en palabra y fin,
en un tango estrellado que baila en la memoria,
en una honda caverna oscura,
                   canto equilibrista,
              desierto parlante
      imprudente-mohoso    
 detrás de un cigarrillo,
                                     y el humo.
Aún no es  la mañana de esta noche,
de esta noche sin horas,
con solo un pájaro desventurado que se atreve,
yo
    vestida de ventana.

Aún no y cocino,
entretengo la estrechez en la voz de mi madre,
analizo mis ojos pequeños
                           inútiles
                           perdidos.

Y recuerdo que esta tarde
    una vez más,
volví a encontrar el mar allá en el cielo,
a tropezar con tu olor.
Que vivo en el mismo barrio
donde aprendí a masticar el sabor de la muerte,
la condena de correr.

Hay golpes en la puerta,
el perro
pegado en la muralla
observa  la cumbre de mis zapatos,
fui egoísta,
quise que me amaran,
por eso,
volví a correr desnuda, asustada,
aturdida me volví errante cuando aún
                                         no dan las tres.